Se han confirmado más de 2,600 casos de COVID-19 en el Estado Dorado y 55 personas han muerto por la enfermedad respiratoria y aunque eso está muy lejos de los 69,000 casos y 6,820 muertes reportados en Italia, los funcionarios de salud aquí han insinuado que es posible.

“Estamos en una grave crisis”, advirtió el Dr. Scott Morrow, oficial de salud del condado de San Mateo. “A menos que todos cumplan con su parte y sigan la orden de quedarse en casa, nos enfrentaremos a una catástrofe tipo Italia muy pronto”, dijo en un comunicado emitido el lunes por la noche.

En la cercana San Francisco, el Dr. Grant Colfax, director del Departamento de Salud Pública, está preparándose para un aumento de pacientes hospitalizados en las próximas dos semanas. “Lo peor está por venir”, dijo.

Nadie puede estar seguro de lo que le depara el futuro a California. Si los residentes respetan la orden del gobernador Gavin Newsom de quedarse en casa tanto como sea posible, se pueden evitar o retrasar enfermedades y muertes. Por otro lado, si una sola persona asintomática ingresa al estado y se convierte en un super-contagiador (transmitiendo el virus a un gran número de personas), él o ella podrían encender un nuevo brote.

Agregar más camas de hospital en la UCI no es suficiente. Las medidas para quedarse en casa “pueden ser la única forma posible de contener la propagación de la infección y permitir que se desarrollen recursos para la enfermedad dependiente del tiempo”, escribieron.

El tratamiento de pacientes con COVID-19 lleva tiempo. Un paciente que no puede respirar solo, puede necesitar un respirador durante tres a 20 días. Un estudio de pacientes en Wuhan, China, informó que el tiempo promedio entre el inicio de la enfermedad y el alta hospitalaria fue de 22 días.