Hace solo unas semanas, le dijeron a Sundee Rutter que estaba superando el cáncer de mama. Pero de repente se estaba muriendo de una enfermedad diferente, y sus seis hijos se estaban despidiendo desde el otro lado de la ventana.
Rutter, de 42 años, murió el 16 de marzo en Everett, Washington, después de contraer coronavirus. Poco antes de su fallecimiento, el personal del Hospital Providence mantenía a los visitantes fuera de su habitación, con la esperanza de prevenir la propagación del virus.
Sus hijos, de 13 a 24 años, estaban perdiendo a su madre, ocho años después de la muerte de su padre. Se reunieron fuera de la habitación del hospital, y el personal médico llegó a un acuerdo para que pudieran hablar con ella.
“Tomaron un walkie-talkie y lo colocaron junto a su cama, sobre la almohada”, dijo su hijo Elijah Ross-Rutter, de 20 años, a Alisyn Camerota de CNN el miércoles.
Mirándola a través de una ventana, “Tuvimos que decir nuestras últimas palabras de despedida a nuestra madre”, dijo.
“Pude decirle que la amaba”, dijo. “Es un poco difícil. En este momento, realmente no sabes lo que vas a decir, ¿sabes?”
Elijah le dijo a su madre que “todo va a estar bien con los niños”.
“Nosotros los hermanos mayores, nos aseguraremos de que todo esté bien (con los más pequeños) y de que van a crecer para ser los adultos que mi madre querría que fueran”, recordó.
Rutter comenzó a sentirse enferma el 2 de marzo: estaba débil, tenía problemas para respirar y tenía migraña.
Su hijo dijo que la llevó a un hospital por primera vez el 3 de marzo. Esa primera vez, ella solo estuvo allí de cuatro a cinco horas, pero regresó cuando su condición empeoró.
La hermana mayor de Sundee Rutter, Shawnna Olsen, llamó a Sundee una “heroína” que siempre puso a sus hijos primero. Rutter había sido madre soltera desde la muerte de su esposo en 2012, dijo Olsen.
“Mi hermana fue increíble”, dijo Olsen. “Ella siempre fue la primera en echar una mano a alguien”.