Lo más seguro es que el presidente Donald Trump no logrará la reapertura económica que está buscando.
Sus esperanzas de un fuerte repunte en el verano de su año de reelección probablemente se vean frustradas por la ciencia de un virus que es altamente contagioso, para el cual no hay vacuna ni terapias comprobadas.
Además, muchos gobernadores estatales y alcaldes de las grandes ciudades, que hasta ahora confían más en las entidades de salud, están nerviosos por darle fin a las cuarentenas. Trump no puede simplemente obligarlos a abrirse.
La administración parece estar muy por debajo de la preparación requerida para reabrir el país de manera segura. Las capacidades de prueba en masa necesarias para suscribir un retorno por etapas a la vida normal antes de contener la pandemia no están ni cerca de los niveles necesarios.
Tampoco hay señales de un plan del gobierno sobre cómo las funciones vitales como el transporte aéreo y de superficie pueden reanudarse de manera segura sin desencadenar una nueva ola de infecciones masivas.