Con 23,000 estadounidenses muertos y millones de personas pidiendo subsidios, el presidente Donald Trump no aguantó más las críticas a su gestión.

En uno de los berrinches presidenciales más desencadenados jamás capturados en la televisión, Trump se burló de todas las nociones de liderazgo  del comandante en jefe en una crisis.

Reclamó poderes nunca previstos por la Constitución e insistió en que su “autoridad es total” para ordenar a los estados y ciudades a que reactiven la economía. Su advertencia se produjo cuando dos bloques de estados del este y del oeste se unieron en un desafío implícito a su promesa de hacer que la gente vuelva a trabajar pronto, lo que desencadenó una confrontación por el poder del gobierno federal.

Durante la conferencia de prensa, Trump criticó a la prensa porque no le estaba dando crédito a su manejo del coronavirus, ya que asegura que todo lo han hecho bien.

Trump no ofreció ninguna nueva orientación sobre los temas clave, por ejemplo, la insuficiencia continua de pruebas, lo que dificultará la apertura económica de la nación. Prometió que la economía se dispararía “antes de lo previsto”, pero no explicó cómo, cuando muchos estados se encuentran o se acercan a sus tasas máximas de infección. Y pareció advertir que trataría de forzar la apertura de las economías estatales, incluidas tiendas, escuelas y restaurantes cerrados por gobernadores y alcaldes. Tampoco explicó cómo convencería al público para que volviera a la normalidad si las personas no se sienten seguras de hacerlo.

“El presidente de los Estados Unidos toma las decisiones”, dijo Trump.