Otros 4,4 millones de americanos presentaron solicitudes por auxilio de desempleo, elevando el número de personas que han perdido su trabajo en las últimas cinco semanas a unos cifras apocalípticas de 26,5 millones de desempleados. Cada reclamación representa una vida al límite. Gente que nunca antes había pedido ahora va a los bancos de alimentos, y la tasa de desempleo se acerca rápidamente a la que se tuvo durante la Gran Depresión. Y es la misma historia en todo del mundo.

El presidente Donald Trump piensa que la demanda acumulada asegurará que la economía de los EE.UU. despegue como un “cohete”, cuando la vida normal se retome y una vez que los clientes sean libres de comprar y gastar de nuevo. Pero incluso si el virus estuviera disminuyendo a través de los EE.UU. – cosa que no es así – las tiendas, restaurantes, bares y cines probablemente reabrirían con una capacidad reducida. Un café que tuviera seis camareros podría necesitar sólo tres. Y no hay garantía de que esos otros trabajos vuelvan a aparecer.

Ese escenario se repetirá millones de veces. Menos trabajadores significará menos gente con dinero para comprar autos e ir de vacaciones – lo que significará que industrias como el turismo, el entretenimiento y la hospitalidad tienen un camino difícil por recorrer. Así que después de que se gane la batalla contra el coronavirus, la guerra para revivir América probablemente continuará. Estaremos hablando de años, no de meses.