La madre de Juliet una niña de 12 años dice que es difícil imaginar que apenas hace algunos días la pequeña estaba al borde de la muerte. En determinado momento, la chica sufrió un paro cardíaco y los médicos tuvieron que practicarle reanimación cardiopulmonar durante dos minutos hasta que reaccionó.

“Morí y regresé”, dijo Juliet.

Todo comenzó cuando Juliet sufrió dolor de estómago y vómitos, y su madre, quien es radióloga, pensó que la niña podría tener una apendicitis u otro trastorno abdominal, pero también vio que los labios se volvían azules y sus extremidades frías.

Su madre la llevó rápidamente a la sala de emergencias del hospital local, donde sufrió un paro cardíaco y tuvo que ser revivida con masaje cardíaco; luego fue transportada en una ambulancia aérea al Centro Médico Oschsner. Allí fue tratada por el doctor Jake Kleinmahon, durante los 10 días siguientes.

“Al llegar, Juliet era uno de los niños más graves que hemos visto con COVID-19”, dijo Kleinmahon. La cámara superior de su corazón no coordinaba correctamente con la inferior y empezaba a sufrir “fallo orgánico múltiple”, añadió.

La mayoría de los niños infectados por el coronavirus suelen presentar síntomas distintos al de los adultos: en algunos casos, como el de Juliet, son trastornos abdominales, en otros puede ser un sarpullido. Muchos niños están infectados por otro virus aparte del coronavirus y ése era el caso de Juliet.

Juliet pasó cuatro días intubada y sedada, hasta que pudo volver a respirar por sus propios medios. El médico dijo que su corazón funciona normalmente y pronostica que la niña tendrá una “vida totalmente normal”.

La niña sólo recuerda que su papá le dijo que se dormiría, que le pondrían un tubo en la garganta, la llevarían en helicóptero, que despertaría en otro hospital y su mamá estaría ahí. “Bueno… Eso es lo que pasó”.