Las nuevas investigaciones han reforzado la hipótesis de que el calor del verano, la humedad, el abundante sol y las oportunidades de salir al exterior deberían combinarse para inhibir – aunque ciertamente no detener – la propagación del coronavirus.
Pero los expertos en enfermedades infecciosas añaden una nota de precaución: cualquier beneficio de las condiciones de verano probablemente se perdería si la gente cree erróneamente que el virus no puede propagarse en tiempo cálido y abandona los esfuerzos que limitan las infecciones, como el distanciamiento social.
“La mejor manera de pensar en el clima es como un factor secundario aquí”, dijo Mohammad Jalali, un profesor asistente de la Facultad de Medicina de Harvard que ha investigado cómo el clima afecta la propagación de los virus.
El efecto del clima en el coronavirus ha sido objeto de una extensa investigación en los últimos meses y es sumamente relevante a medida que el hemisferio norte se acerca al comienzo no oficial del verano. Los estados y las ciudades están terminando o modificando las órdenes de cierre, y millones de estudiantes que intentan tomar clases a distancia pronto verán como su año escolar interrumpido llega a su fin.