Carmelle Harris vio al hombre parado en la puerta abierta de su casa.

“¿Estás aquí por el corte de pelo?”, preguntó.

Lo estaba, y entonces Harris, usando una máscara facial N95, le dio toallitas sanitarias al hombre, y lo llevó a la improvisada silla de barbero en la sala de estar.

Una música suave sonaba de fondo cuando una brisa se levantaba y las campanas de viento tintineaban. El olor de las velas con aroma a cítricos y el incienso se mezclaban mientras el cliente, John Batinovich de Hollywood, se acomodaba en la silla del barbero.

“Tienes un gran montaje aquí”, dijo.

También es ilegal, y durante la pandemia de coronavirus, la industria del cabello está atrayendo el escrutinio legal en todo el país.

En Texas, Shelley Luther fue arrestada después de desafiar una orden de cerrar su salón durante el brote de COVID-19. Pasó dos días en la cárcel y fue multada con 7,000 dólares.

En Michigan, las licencias profesionales y comerciales de Karl Manke fueron suspendidas después de que se negara a cerrar su barbería. Manke, de 77 años, fue acusado de dos delitos menores por desafiar las órdenes del gobernador de quedarse en casa.

En California, el estado ha amenazado con tomar medidas disciplinarias contra los salones abiertos y dijo que está investigando 651 quejas relacionadas. La ciudad de Los Ángeles ha presentado quejas criminales contra cuatro salones de belleza y una peluquería – junto con otros 55 negocios – que fueron abiertos en violación de las órdenes de la ciudad de Safer at Home, dijo la semana pasada el abogado de la ciudad de Los Ángeles, Mike Feuer.

También la semana pasada, el Departamento de Salud y Salud Mental del Condado de Ulster en Nueva York anunció que un peluquero había dado positivo para COVID-19 después de cortar el pelo después de que el estado pusiera órdenes de cierre.