Lejos de los hospitales y a menudo sin infraestructura básica, los indígenas del Brasil están muriendo a un ritmo alarmante debido a Covid-19 y con poca ayuda a la vista.

La tasa de mortalidad es el doble que la del resto de la población de Brasil, según el grupo de defensa de la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), que hace un seguimiento del número de casos y muertes entre los 900.000 indígenas del país.

La APIB ha registrado más de 980 casos confirmados de coronavirus y al menos 125 muertes, lo que sugiere una tasa de mortalidad del 12,6%, en comparación con la tasa nacional del 6,4%.

Los indígenas que se han trasladado a ciudades más grandes o a zonas urbanas para estudiar o en busca de trabajo pueden acabar en condiciones de vida precarias con pocos servicios públicos, lo que aumenta su vulnerabilidad a los problemas de salud. Mientras tanto, aquellos que viven en áreas remotas pueden no tener servicios básicos de saneamiento y salud — un niño Yanomami de 15 años de una remota aldea en el Amazonas, fue uno de los primeros indígenas brasileños en morir de Covid-19 en abril.