En las dos semanas desde la muerte de George Floyd, los asesores del presidente Donald Trump han trabajado para prepararlo para afrontar el momento nacional.

Algunos han compartido con él historias sobre sus propias experiencias o las de sus amigos con el racismo, animando a Trump a ser más empático.

Un grupo de funcionarios de la Casa Blanca solicitó ideas a los defensores de la reforma de la justicia penal sobre reformas policiales y propuso que el Presidente se reuniera con líderes afroamericanos. Y esta semana, los funcionarios de la Casa Blanca pusieron al Presidente en una sala con funcionarios de la ley que argumentaron que ciertos aspectos de la policía podrían cambiar.

Pero como Trump ahora considera respaldar algunas de esas reformas y abordar los temas de la raza y la policía en un discurso prominente, su mensaje sobre el tema sigue siendo confuso y, en opinión de algunos asesores, teñido por una postura de línea dura que adoptó al comienzo de las protestas nacionales que algunos consideran difícil de rechazar.

En las dos semanas transcurridas desde el inicio de las protestas nacionales, Trump ha tratado de acabar con los disturbios utilizando una fuerza policial y militar abrumadora, ha mostrado poco interés en abordar cuestiones de racismo sistémico en el centro de las protestas y ha renovado sus críticas a los jugadores de la NFL que se arrodillan durante el himno nacional como una forma de protesta pacífica.

Incluso cuando considera la posibilidad de presentar propuestas de reforma de la policía ya esta semana, Trump y muchos de sus principales tenientes han negado que el racismo sistémico sea un problema en la policía.