A medida que la pandemia de coronavirus surge en los estados que aceptaron sus llamamientos para una apertura temprana y agresiva, el presidente de los EE.UU. Donald Trump, se burló de las mismas medidas que podrían mitigar una crisis sobre la cual está constantemente en negación.

Trump dijo en su reunión del fin de semana que le había dicho a su personal que retrasara las pruebas de la enfermedad, que ya ha matado a casi 120,000 estadounidenses, para ocultar el descubrimiento de más casos.

Las afirmaciones de sus asesores de que estaba bromeando apenas disminuyen los motivos cuestionables detrás del comentario.

Trump también ha ayudado a convertir el uso de máscaras, que se ha demostrado que ralentiza la transmisión de la enfermedad, en un asunto de guerra cultural. Además, su manifestación en Oklahoma el sábado por la noche fue una reprimenda a la noción de distanciamiento social – a pesar de que, irónicamente, su multitud más pequeña de lo esperado habría hecho posible tales prácticas.

Por su parte, los expertos en salud advierten que los picos en las infecciones en estados como Florida y Arizona, que registraron nuevos máximos en las tasas de infección diarias durante el fin de semana, están siendo impulsados por la disminución de la voluntad del público de evitar las grandes reuniones y la reticencia a usar máscaras.