Fue un momento que capturó la atención nacional y reveló una importante lección sobre la reforma de la policía.

Un policía de Fort Lauderdale, Florida, enfrentado a una línea de manifestantes gritones, mete el dedo en la cara de un manifestante. Luego se vuelve hacia una mujer arrodillada, con las manos levantadas en señal de protesta. El oficial repentinamente se abalanza y la empuja.

Entonces, aparece una mujer policía. Ella golpea a su colega masculino hacia una línea de patrullas, agitando su brazo y pareciendo reprenderlo por lo que hizo.

“¡Gracias!”, le grita un manifestante a la oficial Krystle Smith, quien se ganó los elogios por sus acciones en los medios de comunicación social y de los líderes policiales de todo el país.

Ni a Smith ni al oficial Steven Pohorence, que está suspendido en espera de una investigación externa, se les permitió comentar el incidente.

“Me sentí orgullosa de ella”, dijo Ivonne Roman, la ex jefa de policía de Newark, Nueva Jersey, que ha estado luchando durante años para impulsar a su profesión a contratar a más mujeres. “Por eso necesitamos más mujeres en la policía. Estadísticamente, no se aumentan, sino que se reducen”.