Un estudio realizado por científicos del North Shore University Hospital en Long Island, Estados Unidos, descubrió que la respiración aplicada adecuadamente puede ayudar a activar ciertas áreas del cerebro, mejorando nuestro control emocional.
¿Cuál es la explicación? La respiración consciente altera la conectividad entre partes del cerebro, permitiendo el acceso a sitios internos que normalmente son inaccesibles. Por ejemplo, podríamos controlar las emociones, decidir permanecer despiertos a pesar de estar cansados o suprimir ciertos pensamientos.
El beneficio más conocido de esta práctica, es la reducción de los niveles de estrés. También se aconseja en casos de ansiedad y ataques de pánico, para estabilizar el ritmo cardíaco y conseguir la calma.
El mindfulness es una práctica que nos permite centrar nuestra atención en el aquí y el ahora; pero, requiere de práctica.
Centrarse en el aquí y ahora nos lleva a un estado de gratitud y a disfrutar de las pequeñas cosas.
Aprender a respirar conscientemente nos dará una sensación de calma y una perspectiva más optimista.
Se puede comenzar haciéndolo durante 5 minutos al día e ir incrementando a medida que adquieras el hábito.
Lo importante es fijar la atención en el presente y ser consciente de todo aquello por lo cual sientes gratitud.