Los Estados Unidos se encuentran en un territorio inexplorado, en un camino exponencial para convertirse en un paria de Covid-19 y un aliado poco fiable para sus amigos.

La caída de la estima mundial de Estados Unidos se está convirtiendo en un espectáculo de horror internacional mientras el mundo observa la lucha de la superpotencia por igualar los esfuerzos de muchas naciones más pobres para controlar la pandemia de coronavirus.

Tres años y medio del presidente Donald Trump en el cargo han cambiado la reputación internacional de Estados Unidos y tal vez su futuro papel de una manera que parecía inimaginable cuando prestó juramento al cargo el 20 de enero de 2017.

Él marcó el tono en la llovizna ese día: “Debemos proteger nuestras fronteras de los estragos de otros países que fabrican nuestros productos, roban nuestras compañías y destruyen nuestros empleos.”

Las primeras decisiones de Trump fueron deliberadas, turbulentas y a veces parecían vertiginosas.

Tres días después de su inauguración, abandonó la Alianza Transpacífica, un acuerdo comercial potencialmente lucrativo entre 12 naciones del Pacífico. La Orden Ejecutiva 13769 siguió rápidamente, prohibiendo a los ciudadanos de siete naciones musulmanas viajar a los Estados Unidos.

Así que cuando los líderes de la Unión Europea se reunieron en Malta para una cumbre de emergencia en febrero de 2017, “America First” estaba muy presente en sus mentes. El presidente del Consejo de la UE, Donald Tusk, escribió a los líderes del bloque: “El cambio en Washington pone a la Unión Europea en una situación difícil; con la nueva administración que parece poner en tela de juicio los últimos 70 años de la política exterior americana”.