El presidente Donald Trump dijo que “aumentará” el número de agentes federales de la ley en Chicago y otras ciudades estadounidenses, a pesar de la resistencia de los líderes locales, mientras adopta un manto de “ley y orden” de línea dura antes de las elecciones de noviembre.

Al hacer este movimiento, Trump se está adentrando más en un esfuerzo por presentar a los demócratas como débiles ante el crimen e incapaces de proteger a los ciudadanos de los lugares donde están a cargo. Ha ordenado a los agentes federales que repriman las protestas en Portland, Oregón, lo que ha dado lugar a cuadros caóticos y a informes de vehículos sin marcas que arrebatan a la gente de las calles. Y ha advertido que puede ordenar a los agentes federales que vayan a otros estados y ciudades que considere insuficientemente vigiladas, incluso si los gobernadores y alcaldes de esos lugares no piden ayuda.

Su atención en los últimos días se ha centrado en Chicago, cuyo alcalde demócrata dijo que no permitiría que las “tropas de Donald Trump” entraran en su ciudad. Antes de convertirse en presidente, Trump una vez denunció a su predecesor por los altos índices de criminalidad en Chicago, pero ahora culpa a los funcionarios locales por el flagelo.

Usando una retórica ominosa y un lenguaje oscuro para describir las ciudades dirigidas por los demócratas como llenas de crimen y violencia, Trump sugirió que no tenía otra opción que tomar medidas que esos líderes no han tomado para salvar vidas inocentes.

La campaña de Trump se ha vuelto cada vez más hacia temas oscuros de violencia y caos mientras busca pintar falsamente a su rival demócrata Joe Biden como anti-policía. Desde que las protestas se extendieron por todo el país tras el asesinato de George Floyd, Trump ha trabajado para cultivar un mensaje de dureza contra el crimen que incluye los esfuerzos de aplicación de la ley federal que se están llevando a cabo actualmente.