Usando máscaras y trajes protectores Tyvek con botas amarillas, los investigadores del FBI recientemente hicieron una redada en un edificio médico en el área metropolitana de Detroit para reunir pruebas sobre un supuesto tratamiento falso que se vende para COVID-19.
Parecía una redada de drogas. Las autoridades sellaron la entrada del edificio, se llevaron cajas y reclutaron a la policía local para asegurar el área.
Pero esto no era un laboratorio clandestino que se incautó por sustancias ilícitas.
En este caso, los agentes estaban investigando un supuesto esquema que involucraba un nutriente esencial encontrado en el jugo de naranja, brócoli y fresas:
La vitamina C.
También conocido como ácido ascórbico, este poderoso antioxidante se ha convertido en objeto de fe, controversia e incluso de frecuentes medidas severas del gobierno durante la pandemia. También se ha vuelto más popular que nunca, beneficiándose de afirmaciones y creencias de tipo religioso sobre su efectividad contra COVID-19 a pesar de no tener siquiera el poder de curar el resfriado común.
Entonces, ¿por qué tanto alboroto por una vitamina casera que puede ser extraída de una naranja?
Porque es una forma de esperanza contra el miedo del mortal coronavirus, dicen los expertos médicos. Y esa esperanza ha surgido a pesar de que las afirmaciones sobre sus poderes generalmente son poco fiables, falsas o prematuras en el mejor de los casos, sin más evidencia de ensayos clínicos experimentales, según los expertos en nutrición y medicina.