El ambiente de hoy no se parece a nada que nuestra nación haya experimentado jamás. Estamos al borde de un desastre económico y de seguridad alimentaria.

Como nación, tenemos la obligación moral y económica de abordar el hambre infantil, la inseguridad alimentaria y evitar el colapso económico a raíz de COVID-19. Si bien tenemos diferentes puntos de vista políticos, debemos estar de acuerdo en que el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria es una de las herramientas más eficaces que tenemos para luchar contra las crisis sanitarias y económicas que se avecinan en nuestro país.

El Senado está en un punto crítico de decisión sobre cómo usar esta herramienta. Por eso, debemos pedir un aumento temporal del 15 por ciento en los beneficios del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria, vinculado a los indicadores económicos, en el próximo paquete de ayuda federal para el coronavirus.

Incluso en los mejores tiempos económicos, demasiados estadounidenses luchan por poner comida en la mesa. Esto es especialmente preocupante para las familias, donde los niños necesitan alimentos nutritivos para crecer sanos y fuertes.

El entorno actual no se parece a nada que nuestra nación haya experimentado jamás. Estamos al borde de un desastre económico y de seguridad alimentaria que afectará a todos los ciudadanos, pero que afectará de manera desproporcionada a los individuos vulnerables, incluyendo a los niños, los ancianos, los estadounidenses de zonas rurales, los indígenas y las personas de color.