América necesita un sistema de salud que ponga la salud pública por delante de las ganancias. Esto se ve todos los días en Canadá en medio del coronavirus.

Esta es la historia de un médico de familia que se mudó a Canadá desde California hace 14 años, debido al Medicare canadiense, el programa nacional de seguro médico del país. Comenta que ha sido mucho más feliz practicando la medicina donde los pacientes tienen cobertura universal. Esto libera a los médicos para que se centren en la atención al paciente y libera a los pacientes para que se centren en su salud, en lugar de preocuparse por cómo pagarla.

Dice que nunca se ha sentido más agradecido de trabajar en un sistema de atención médica universal que durante la pandemia de COVID-19. Le duele el corazón por los millones de estadounidenses que se han enfermado y luego han tenido que preocuparse por cómo pagarán las pruebas y el tratamiento, que han ido a trabajar mientras estaban enfermos por temor a perder su cobertura médica o que han perdido no sólo su trabajo sino también su seguro, dejándolos en riesgo de ruina financiera.

Si bien ningún país es inmune a COVID-19, Canadá ha sido capaz de montar una respuesta mucho más eficaz. La tasa de infección del Canadá es una fracción diminuta de la de los Estados Unidos, y tiende a disminuir. Su sistema de salud tiene dos grandes ventajas en la lucha contra la pandemia: cobertura sanitaria universal y un sistema administrativo más sencillo.

El sistema canadiense, financiado con fondos públicos y de un solo pagador, cubre a todo el mundo, independientemente de la edad, la salud o la situación laboral. Nadie pierde la cobertura debido a COVID-19. El Medicare canadiense cubre servicios como la atención hospitalaria y de emergencia, las citas médicas y los análisis de laboratorio, sin copagos, deducibles ni facturas médicas. Todo el mundo está en una única “red”, por lo que no hay límites artificiales sobre qué hospital o proveedor de salud puede ver un paciente. Como resultado, los canadienses son mucho menos propensos a retrasar las pruebas o el tratamiento de COVID-19, o de las condiciones médicas crónicas que aumentan el riesgo de enfermedades graves y de muerte por el virus.