El presidente Donald Trump habla mucho de permanecer en el cargo más tiempo que el límite de dos mandatos y ocho años permitido por la Constitución. La gente puede asumir que está bromeando… sólo está acosando a sus enemigos.
Tal vez no deberíamos descartar tan rápido la posibilidad de que a veces diga en serio lo que dice a menudo. En este momento, los críticos están acusando al Presidente de cubrir sus apuestas en las próximas elecciones, privando al Servicio Postal de los EE.UU. de fondos mientras la agencia se enfrenta a la monstruosa tarea de entregar un número récord de votos por correo durante la pandemia.
Y a medida que se acerca noviembre, el Presidente Trump ha adoptado un tono más ominoso sobre las elecciones. En discursos y entrevistas se queja sin cesar del “fraude electoral” y advierte que los demócratas usarán millones de votos por correo fraudulentos para robar su segundo mandato. Se niega a decir que aceptará los resultados de las elecciones.
Tal vez sólo está tratando de agitar a sus oponentes. ¿Y si no lo está? ¿Cómo se enfrentaría América a la negativa sin precedentes de un presidente derrotado que se niega a renunciar al poder?
La transición presidencial pacífica y voluntaria es una de las glorias perdurables de la democracia americana. El precedente fue establecido por George Washington, quien se negó a presentarse a un tercer mandato a pesar de las presiones para hacerlo en 1797.