Desde el terreno de Filadelfia donde nació el experimento americano, un ex presidente – en un impresionante discurso en horario estelar a la nación que una vez lideró – advirtió que su sucesor estaba en la cúspide de la destrucción de la propia democracia.
La última entrega del largo duelo entre Barack Obama y Donald Trump ejemplificó perfectamente los contrastes en los temperamentos personales y políticos de los dos residentes de la Casa Blanca de esta época. Y llevó su rivalidad a un nivel sin precedentes en la historia moderna de la presidencia.
Obama – serio e intelectual – dio una compleja conferencia constitucional en el horario estelar de la televisión durante la virtual Convención Nacional Demócrata. Convocó a una barrida histórica, que abarcó a los Fundadores, el Movimiento de Derechos Civiles, el patrimonio de los inmigrantes de Estados Unidos y los jóvenes estadounidenses a los que llamó a la acción hoy para salvar sus libertades, tal como lo hicieron sus antepasados cada vez que la promesa del país estuvo en peligro.
Trump, mientras tanto, de vuelta en la Casa Blanca, estaba tuiteando en tiempo real, lanzando salvajes acusaciones y mentiras que, en todo caso, proporcionaban evidencia confirmando las sombrías advertencias de su predecesor.