El presidente Donald Trump lanzó su semana de convenciones con una amarga diatriba contra sus rivales y oscuras e infundadas advertencias de que el fraude electoral podría privarle de un segundo mandato.
Hablando desde Charlotte momentos después de que fuera formalmente renombrado como abanderado del Partido Republicano, Trump entregó un pedestal que predijo una elección legalmente disputada en noviembre y se quejó de que los demócratas estaban explotando la pandemia del coronavirus – que todavía hace estragos en los Estados Unidos – para socavar su reelección.
“Lo que están haciendo es usar a Covid para robar una elección. Están usando a Covid para defraudar al pueblo estadounidense, a todo nuestro pueblo, de una elección justa y libre”, dijo Trump, sin pruebas, ante los aplausos de los delegados republicanos, que se reunían en Carolina del Norte para llevar a cabo los asuntos formales de la convención del partido.
Difícilmente el mensaje optimista que los asesores de Trump han estado anticipando implacablemente antes de las festividades de la re-nominación de esta semana. En cambio, el discurso de Trump no se distinguió de las serpenteantes apariciones llenas de quejas que ha estado haciendo en la preparación de su reducida convención.
Reiteró las afirmaciones de que, en caso de que prevalezca el rival Joe Biden, el país se vería invadido por una violencia similar a las protestas de este verano en Minnesota y Oregón. Advirtió que los demócratas buscaban quitar las armas, la religión y la producción de energía americana. Y planteó graves predicciones sobre la votación de noviembre, diciendo que había tribunales y jueces en todo el país “que esperamos que nos den una llamada justa” en una elección disputada.