Pero con las nuevas limitaciones a las pruebas, Trump podría eventualmente conseguir su deseo.

Fue exactamente hace seis meses, cuando la propagación del coronavirus en los Estados Unidos se volvió demasiado significativa para que el presidente Trump la desestimara. Él y varios miembros del equipo que planificaba la respuesta de la administración celebraron una reunión informativa diseñada para informar al público sobre el virus y, lo que es más importante, para disipar las preocupaciones.

En esta sesión informativa Trump hizo una de sus afirmaciones más salvajemente incorrectas sobre lo que el país podía esperar.

“El nivel que hemos tenido en nuestro país es muy bajo”, dijo Trump, refiriéndose a las nuevas infecciones confirmadas, “y esas personas están mejorando, o creemos que en casi todos los casos están mejorando. Tenemos un total de 15. Recibimos a algunos de Japón, ya lo habéis oído, porque son ciudadanos americanos y están en cuarentena”.

Esa parte era generalmente cierta. En ese momento, sólo había habido una pequeña cantidad de casos confirmados, y la adición de pasajeros del crucero Diamond Princess elevó el total confirmado a más de 50.

“Así que, de nuevo”, añadió más tarde, “cuando tienes 15 personas, y las 15 dentro de un par de días van a estar cerca de cero, es un muy buen trabajo que hemos hecho”.

Fue una predicción descarada y aparentemente sin fundamento. El punto de Trump era menos sobre lo que iba a pasar y más sobre argumentar que su administración había hecho un buen trabajo.