Una cascada de crisis externas, un peligroso huracán, disturbios raciales en Wisconsin, todos acechaba en el fondo de la tercera noche de la convención del presidente Donald Trump que buscaba proyectar un sentido de mando y control.
Casi todo el programa del miércoles se grabó con antelación, lo que impidió abordar las dos crisis en tiempo real. Trump se quejó la semana pasada de que algunos discursos de los demócratas parecían anticuados, a saber, la ex primera dama Michelle Obama, quien, según él, utilizó un recuento de muertes por coronavirus de hace varios días.
Cuando llegó el momento del único discurso en vivo de la noche – del Vicepresidente Mike Pence – las crisis recibieron una breve mención en medio de un ataque a Joe Biden. Pero en general, la convención siguió adelante sin hablar de ellas.
Los factores de liderazgo de emergencia son claves en la reelección de cualquier presidente, pero Trump está bajo una presión particular para demostrar su capacidad de manejar una crisis. Su manejo de la pandemia del coronavirus ha obtenido una amplia desaprobación; otra emergencia nacional es una oportunidad para revertir la impresión de que es un líder ineficaz.
Sucede que la pandemia del coronavirus también pasó casi desapercibida el miércoles hasta que Pence habló, Cuando lo hizo, ofreció una promesa audaz: “Estamos en camino de tener la primera vacuna segura y efectiva contra el coronavirus del mundo para finales de este año”.