En su último asalto a la integridad del voto de noviembre, Trump denunció el voto por correo y en un momento asombroso, pareció sugerir que los habitantes de Carolina del Norte deberían tratar de votar dos veces – un crimen potencial – para probar su seguridad.
Más evidencia de intromisión llegó el miércoles con la noticia de que el Departamento de Seguridad Nacional de Trump retuvo un boletín de inteligencia advirtiendo de un complot ruso para difundir información errónea sobre la salud de Joe Biden, que reflejaba los propios ataques del presidente. El informe, revelado por primera vez por ABC News, siguió a la decisión del Director de Inteligencia Nacional de detener las sesiones informativas en persona de los legisladores sobre la interferencia en las elecciones – una medida que los demócratas dicen que podría proteger a los actores extranjeros que quieren ayudar a Trump.
Si la historia de las elecciones de 2016 fue una amplia operación de intromisión por parte de una potencia extranjera para favorecer a Trump, la historia emergente de las elecciones de 2020 parece ser cada vez más un intento del presidente de usar el poder ejecutivo para hacer que las elecciones se desarrollen a su manera. Nunca ha habido una elección en Estados Unidos en la que un presidente haya tratado tan públicamente y sin vergüenza de presentar el sagrado ejercicio cuadrienal de la democracia como corrupto.
El intento de Trump de desacreditar el voto por correo obtuvo una fuerte ayuda del Fiscal General William Barr, quien declaró que cambiar a tal sistema sería “imprudente y peligroso”, en una entrevista.