Han pasado cinco meses desde que Lucy Gahan contrajo Covid-19, y su vida aún no ha vuelto a la normalidad.

Gahan, una psicóloga clínica en Shrewsbury, Reino Unido, no ha podido volver al trabajo.

La enfermedad causa lo que ella llama “tormentas”, períodos de incapacidad en los que siente falta de aliento, entumecimiento en las manos y los pies y su ritmo cardíaco se dispara por tareas simples. Incluso tomar una ducha es posible sólo cuando tiene un respiro ocasional en los síntomas.

“En mayo y junio, apenas podía hablar porque estaba muy enferma”, dijo.

Antes de contraer la enfermedad a principios de abril, la madre de dos hijos corría tres veces por semana y tenía una rutina de yoga regular.

“Sólo puedo caminar hasta la esquina”, dijo. “En cuanto a correr, no puedo imaginarme cuándo ocurrirá, si es que ocurre.”

Ella es una de las miles de personas en todo el mundo para las que el Covid-19 se ha convertido en una enfermedad crónica. Gahan y otros pacientes de Covid-19 sienten que todavía no están recibiendo reconocimiento por una enfermedad que los ha incapacitado durante meses, sin final a la vista.

“Soy psicóloga clínica, y esto no es ansiedad”, dijo. “Si los médicos sólo dijeran ‘No lo sabemos’, es mejor que decir que los síntomas de Covid sólo duran dos semanas”.