En circunstancias normales, el estadio MetLife de Nueva Jersey estaría inundado de azules y rojos que llevan los aficionados locales. Pero con la pandemia del coronavirus como telón de fondo, los Giants y los Pittsburgh Steelers abrieron sus temporadas con el vacío del interior del estadio.
Había un zumbido de ruido artificial de la multitud y la música entubada para ayudar a recrear una apariencia de un juego típico. Pero la verdadera sensación de normalidad vino del resultado. Los Gigantes, que sólo habían logrado 12 victorias en sus tres últimas temporadas juntas, jugaron duro para el nuevo entrenador, Joe Judge, pero el talento superior de los Steelers aseguró que los visitantes ganaran, 26-16, en uno de los partidos más inusuales jamás jugados en Meadowlands.
No se permitió la entrada a los aficionados debido a restricciones locales por la pandemia, y cualquier tensión que pudiera haber sido generada por las protestas previas al juego contra la injusticia racial y la brutalidad policial sólo fue atendida con el sonido del himno nacional.
Cerca de una docena de jugadores de los Gigantes se arrodillaron durante la canción, y los Acereros sostenían una pancarta que decía “Acereros contra el Racismo”. La mayoría de los jugadores de Pittsburgh se pusieron de pie mientras Eric Ebron levantaba el puño.