Durante meses de campaña, el presidente Donald Trump ha cuestionado la agudeza mental de Joe Biden y ha usado sus habilidades para presentar a su oponente como alguien que no está preparado para el trabajo.
La sabiduría de esa estrategia será puesta a prueba cuando los dos hombres entren en la arena de debate este martes por la noche.
Trump se reunirá con el ex vicepresidente en su primer enfrentamiento cara a cara en Cleveland, Ohio, en una posición precaria cinco semanas antes de las elecciones. Se enfrenta a un imperativo de sacudir a su oponente o forzarlo a cometer un error que sacuda la carrera en un momento en el que va por detrás de Biden por nueve puntos en un promedio de encuestas nacionales – y recién a la defensiva después de una exposición del New York Times que muestra que sólo pagó 750 dólares en impuestos federales sobre la renta la última vez que se presentó a la presidencia y en su primer año en el cargo.
En el período previo al debate, Trump – que nunca ha demostrado ser un debatidor particularmente ágil – ha mostrado pocos signos de una estrategia coherente para alterar dramáticamente el curso de la carrera. Pero estos tres debates siguientes presentan su última oportunidad de hacerlo. Para disgusto de algunos de sus asesores, Trump ha logrado establecer expectativas peligrosamente bajas para Biden mientras viaja por todo el país diciendo a los votantes que el ex vicepresidente no tiene ni idea de “lo que está pasando”.
El Presidente tampoco parece haber cambiado mucho su pensar mientras continúa pregonando su “perfecto” manejo de la pandemia del coronavirus, que ha matado a más de 200,000 estadounidenses, aunque la mayoría de los votantes le dan malas notas en ese aspecto.