Cuando escuchamos la palabra “chile” pensamos en México. El chile está muy ligado a la identidad mexicana. Frecuentemente se pregunta a los mexicanos si le ponen chile a todos los platos, y la respuesta es NO.

México tiene una gastronomía muy extensa y variada, por lo que también hay platos que no llevan chile, aunque algunas veces se colocan los chiles o una salsa picante en un recipiente adicional como sugerencia para que el comensal lo ponga si lo desea.

El chile, el maíz y el fríjol, fueron los primeros alimentos domesticados de Mesoamérica y forman parte de la alimentación desde la época prehispánica.

Chile proviene del Náhuatl “chili”. Según la Historia General de las Cosas de la Nueva España, escrita en el siglo XVI, indica que los antiguos aztecas contaban con una gran variedad de formas de cocinar el chile. El capsicum era sazonado con tomate, es una salsa con diversos colores, sabores, olores y texturas muy representativas que se puede comparar con alguna salsa de molcajete, como es conocida hoy en día.

El Capsicum es originario del continente americano. Después del intercambio colombino, muchas civilizaciones cultivaron este producto por el mundo entero para ser usado como alimento o para la medicina tradicional.

A diferencia de otras plantas comestibles provenientes de América y que tardaron mucho en ser aceptadas por los europeos, los chiles se difundieron rápidamente por todo el mundo tras su introducción en España en 1493 por Cristóbal Colón.

¿El sabor del chile es adictivo?

La causa del gusto por el picante es la capsaicina, que es la sustancia activa del chile. Esta estimula las neuronas sensoriales que responden al dolor. La estimulación produce la liberación de opioides y endorfinas que neutralizan el dolor y de esta forma se produce una sensación de placer y de alguna forma un grado de adicción.

Sin embargo, los capsaicinoides no hacen adictivo al chile. Simplemente al sentir el gusto, queremos repetirlo una y otra vez.

Los mexicanos consumen picante desde muy pequeños. En los hogares los niños tienen contacto con ese alimento y se come chile en un proceso cultural que se transmite de padres a hijos.

En todo México existen más de 100 variedades de chiles y la forma de consumirlo es muy amplia. Se puede diferenciar entre el consumo de chiles frescos o secos, y pueden variar el nombre incluso siendo la misma variedad de chile.