El Dr. Eric Cioe-Peña y su esposa provienen de familias numerosas y normalmente se reparten las festividades navideñas, reuniéndose con un grupo de parientes para el Día de Acción de Gracias y otro en Navidad.
Este año, a regañadientes mantendrán su distancia de ambos.
“Vamos a tener que hacer sacrificios”, dijo Cioe-Peña, médico de la sala de emergencias y director de Salud Global de Northwell Health en New Hyde Park, Nueva York. “Mi esposa y yo decidimos que este año no vamos a invitar a nadie”.
A medida que se acercan las fiestas y aumenta el número de casos de coronavirus, millones de estadounidenses se enfrentan a la decisión de evitar las reuniones tradicionales con familiares y amigos o arriesgarse a propagar el virus entre sus seres queridos.
Anthony Fauci, la autoridad más importante del país en materia de enfermedades infecciosas, y Robert Redfield, director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, advirtieron sobre el potencial de un aumento de las infecciones derivadas de las fiestas navideñas, incluso si son pequeñas y sólo entre familiares.
Las reuniones del Día de la Recordación fueron culpadas en parte por el aumento de los casos de COVID-19 que los EE.UU. experimentaron a principios del verano. Acontecimientos como una fiesta de los Dulce 16 a finales del mes pasado en Long Island, Nueva York – vinculada a 37 pruebas positivas – y una boda en agosto en Maine – que provocó más de 175 infecciones – subrayan el peligro de que funciones sociales relativamente pequeñas se conviertan en súper propagadoras.
