El último presidente que enfrentó problemas de reelección como Donald Trump fue Jimmy Carter en 1980. Herido por la recesión e impotente ante una crisis nacional, Carter perdió a lo grande.
Para describir el predicamento del actual titular, sustituya la respuesta fallida de Trump al coronavirus por la incapacidad de Carter de liberar a los rehenes americanos capturados por Irán.
Hoy en día, el déficit de Trump en las encuestas nacionales de alrededor de 10 puntos porcentuales coincide con el déficit de voto popular de Carter contra Ronald Reagan – quien ganó en 44 estados mientras que sus compañeros republicanos tomaron el control del Senado.
Sin embargo, a poco más de una semana del día de las elecciones, pocos analistas políticos están preparados para decir que eso apunta a una derrota abrumadora para Trump y su partido el 3 de noviembre, por tres razones.
1- La base de Trump lo mantiene a flote
La primera es la solidez de la estrecha base política de Trump, centrada en los blancos menos educados, rurales, evangélicos y obreros.
Elegido en 2016 con sólo el 46.1% de los votos, el Presidente ha permanecido impopular en general durante todo su mandato. Pero a pesar de la pandemia, el entorno económico, el descontento racial y el comportamiento errático y provocador de Trump, sus partidarios han evitado que su aprobación caiga por debajo del 42.5% de la semana pasada en la media de las encuestas de 538.com.
2- Polarización y demografía
La segunda razón es la combinación de la polarización y el cambio demográfico que ha hecho que los estados sean políticamente más distintos entre sí.
3- El efecto de 2016
La tercera razón por la que los analistas se desentienden de las predicciones de un reventón para el candidato demócrata Joe Biden es por simple nerviosismo. Su fracaso en anticipar la victoria de Trump en 2016 les hace reacios a confiar en sus instintos y en la evidencia de las encuestas ahora.
4- La pandemia es el gran factor X de este año
Una variable única y difícil de comprender es el efecto de la pandemia en los patrones de votación. El enorme volumen de votos ya emitidos por correo y en persona de la votación temprana apunta a una participación gigantesca que vaticina un aumento a favor de los demócratas.