Si el Presidente Trump pierde la reelección la próxima semana, como las encuestas indican que es probable que lo haga, habrá un ajuste de cuentas en el GOP. En lo alto de la lista de temas que serán examinados extensamente estará su respuesta al coronavirus. Cerca de la cima de esa lista estará la postura de Trump sobre las máscaras.

A pesar de los esfuerzos del presidente por abrir la economía, ha evitado repetidamente y de forma consistente un empuje enérgico para hacer algo que los funcionarios de la salud dicen que es vital en ese sentido: usar máscaras. Ese simple paso a menudo ha sido ridiculizado por Trump y los ayudantes de la Casa Blanca como Mark Meadows.

Pero aún más a menudo que eso, ha sido presentado como una elección insignificante que podría o no ayudar, con Trump diciendo regularmente que las máscaras están “bien” y que la gente puede usarlas si quiere, pero también que podrían ser contraproducentes. La adicción de Trump a fomentar las guerras culturales y a socavar a los expertos que le rodean ha ganado cuando se trata de uno de los pasos más básicos para combatir el coronavirus.

Sin embargo, a medida que la pandemia avanza, y los casos aumentan particularmente en los últimos días, la postura de Trump está cada vez más en desacuerdo incluso con muchos de los miembros más prominentes de su propio partido. Una gran mayoría de los gobernadores republicanos que han lidiado y soportado el peso de los brotes en sus estados han adoptado las máscaras de una manera que Trump simplemente no lo ha hecho. Y la desconexión es cada vez más sorprendente.

Hasta la fecha, 21 de 26 gobernadores republicanos han instado a las máscaras, con más de la mitad de ese grupo emitiendo algún tipo de mandato de máscara. Mientras que muchos han implementado tales órdenes, sólo un puñado de gobernadores republicanos – la mayoría de ellos en el Medio Oeste – hablan de las máscaras despectivamente, de la manera que Trump lo ha hecho.