“Sus últimas palabras al morir son: Esto no puede estar pasando; no es real”

“Sus últimas palabras al morir son: Esto no puede estar pasando; no es real”

Jodi Doering no puede creer lo que oye. La enfermera de Dakota del Sur trabaja en un hospital superpoblado atendiendo a víctimas de Covid-19 que aún insisten en que su aflicción es un engaño. “Sus últimas palabras al morir son: ‘Esto no puede estar pasando; no es real'”, dijo Doering.

Tal es el poder de un esfuerzo del Presidente Donald Trump y los medios conservadores para impulsar una realidad alternativa en la que la pandemia ha desaparecido y no es realmente tan peligrosa. Tal bravuconería ve la advertencia de la máscara como ser débil y servil a las prescripciones “liberales” de los científicos y médicos de élite. No importa que 11 millones de estadounidenses hayan sido infectados con el virus, 70,000 están en el hospital y el país se acerca a un cuarto de millón de muertes, en su mayoría evitables.

Trump está tratando ahora las elecciones de los Estados Unidos como lo hizo con la pandemia, negando la verdad al insistir en que ganó a pesar de que todas las métricas de hecho, políticas, constitucionales y legales muestran que perdió. Pero el gran ilusionista político conoce a su público: La creación de mitos culturales e ideológicos puede exprimir la verdad, la ciencia y los hechos en la política moderna – lo que significa que incluso cuando deje la Casa Blanca, su máquina de mentiras seguirá siendo una fuerza poderosa.

El predecesor de Trump, Barack Obama, ha advertido que estos chorros de falsedades amenazan con abrumar el sistema político de los EE.UU., exacerbado por los medios de comunicación social y los políticos que dirán cualquier cosa para ganar el poder. “Si no tenemos la capacidad de distinguir lo que es verdad de lo que es falso, entonces por definición el mercado de las ideas no funciona”, dijo Obama en una entrevista. “Y por definición nuestra democracia no funciona. Estamos entrando en una crisis epistemológica”.

Pero la mitad del país rechazará su advertencia de inmediato, simplemente porque fue Obama quien lo dijo. De hecho, muchos americanos todavía insisten en que el 44º Presidente nunca debió ocupar el Despacho Oval por una desagradable teoría conspirativa de “Birther”. La mentira parecía absurda durante el mandato de Obama, pero en realidad era un proyecto para la presidencia de la desinformación de Trump.

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