Con el Día de Acción de Gracias en el horizonte, los políticos y los funcionarios de salud pública han advertido contra las reuniones entre familiares y amigos, calificándolas como un gran impulsor de nuevas infecciones de coronavirus.

Los datos sobre infecciones, sin embargo, sugieren que los mayores impulsores de infecciones no son las pequeñas reuniones, sino los culpables habituales: centros de cuidados a largo plazo, plantas de procesamiento de alimentos, prisiones, restaurantes y bares.

Entonces, ¿por qué las reuniones sociales se han convertido en un objetivo tan popular para los políticos? En parte porque son el camino de menor resistencia.

Para algunos políticos, es más fácil señalar las acciones individuales de los ciudadanos privados en lugar de promulgar las normas de salud pública políticamente cargadas que pueden realmente marcar la diferencia, como el cierre de negocios y el mandato de usar máscaras.

En algunos estados, esta desconexión está llevando a políticas draconianas que no están respaldadas por la ciencia. Vermont, por ejemplo, ha prohibido a los vecinos reunirse, pero les permite cenar en restaurantes antes de las 10 p.m. Minnesota ha prohibido a las personas de diferentes hogares reunirse en el interior y en el exterior, aunque las pruebas han demostrado sistemáticamente que los eventos al aire libre son relativamente seguros.

Apoorva Mandavilli, dijo: “Lo que la historia está diciendo es que las reuniones sociales no son la fuente principal de la propagación”. “Pero también podemos hacer nuestra parte, y especialmente ahora que estamos en la situación en la que el virus está en todas partes, realmente, quedarse en casa es lo más seguro”.