La mayoría de los presidentes por lo menos demuestran cierta reverencia por el cargo, comprenden con qué facilidad se puede abusar de la confianza pública en la que se basa y conservan un concepto de interés nacional que supera al suyo propio. El olvido de Trump de tales normas se pone de manifiesto en un extraordinario debate sobre su inminente uso del poder de indulto absoluto como presidente.
Los presidentes salientes suelen conceder clemencia a quienes sufrieron errores judiciales o que han cumplido largos períodos de servicio por delitos no violentos. Pero muchos también han usado este don constitucional para absolver a sus compinches: Bill Clinton, por ejemplo, perdonó a su hermano después de que se declarara culpable de los cargos de cocaína. El presidente Gerald Ford perdonó a su predecesor Richard Nixon, con la esperanza de curar al país después de Watergate. Pero la aceptación de un perdón implica generalmente una admisión de culpabilidad en nombre del condenado, la voluntad de vivir dentro de los límites de la ley o la noción de que la sociedad se beneficiará de la concesión de la misericordia.
Trump, que ya ha hecho caso omiso del proceso oficial de indulto del Gobierno al rociar de clemencia a varios aliados políticos, está considerando ahora la posibilidad de una absolución preventiva para sus hijos Don Jr., Eric e Ivanka, e incluso -en un increíble salto constitucional- para él mismo. Otros operativos presidenciales, como el arreglador legal de Trump, Rudy Giuliani, también están, según se informa, buscando indultos.
Se dice que teme que un Departamento de Justicia Demócrata pueda ir tras sus parientes después de que deje el cargo, asumiendo que el presidente electo Joe Biden abusará de sus poderes al igual que ha hecho Trump. Pero no tiene sentido que la primera familia obtenga clemencia por una fechoría admitida. El objetivo sería más bien cerrar las investigaciones pendientes que enfrentan en la vida civil y, al parecer, ofrecer tarjetas de salida de la cárcel por cualquier delito pasado.
Mientras que un presidente puede ayudar a quien quiera, los indultos federales no descarrilarían los casos estatales y locales que involucran a los Trumps.
Aún así, toda su vida, el Presidente ha demostrado que si estás dispuesto a pisotear el espíritu de la ley, puedes salirte con la tuya en casi todo.