Katy Dobson y su familia se han acostumbrado a llamar a su hijo de dos semanas, Atlas, un “coronial”. El tiempo que Atlas estuvo en el vientre de su madre coincidió casi perfectamente con los nueve meses que Estados Unidos ha pasado luchando contra la pandemia del coronavirus. Nació el 8 de diciembre en Pensacola, Florida, a las 38 semanas de embarazo de su madre y casi 39 semanas después del miércoles surrealista de marzo cuando Tom Hanks anunció que había dado positivo, la NBA suspendió su temporada por preocupaciones de transmisión y la Organización Mundial de la Salud declaró oficialmente el brote de coronavirus como una pandemia.
Cuando comenzaron los cierres en los Estados Unidos en marzo, casi inmediatamente hubo titubeos y murmullos del “baby boom” que se materializarían nueve meses después. Todo ese tiempo libre para que las parejas que cohabitan se quedaran solas en casa, seguramente, daría lugar a que las salas de maternidad se desbordaran en diciembre, según se especuló. Al mismo tiempo, otros se preguntaban si la preocupación por los efectos devastadores de la pandemia haría que algunas parejas pusieran en suspenso sus planes de concebir, lo que daría lugar a un “baby bust” en diciembre y enero.
En algunos casos, como el de Dobson, lo primero es precisamente lo que ocurrió: Su marido, el tatuador Aaron Walker, de 31 años, entró en auto-cuarentena varios días antes de que las órdenes de permanencia en casa de Florida entraran en vigor el 30 de marzo. De repente estaba en casa con Dobson todo el día todos los días, “y ocurrió, como, esa semana”, dijo Dobson, 27, con una risa.
Todavía no está claro qué está pasando a escala nacional. Algunos hospitales y grupos de parteras, como Brigham and Women’s en Boston y Brooklyn Homebirth Midwifery en Nueva York, no han informado sobre ningún cambio notable en el número de pacientes que esperan en diciembre y enero, mientras que Michigan Medicine en Ann Arbor ha visto una reducción de alrededor de 10 por ciento. El colectivo Birthing Gently doula, que tiene sedes en la ciudad de Nueva York, Boston y Charlotte, ha notado un aumento del 30 por ciento respecto al año pasado en las pacientes que esperan entre diciembre y enero.
