La pandemia de coronavirus desató cascadas de sufrimiento en 2020. La gente de todo el mundo se enfrentó a la amenaza del virus, junto con las devastadoras consecuencias de los esfuerzos para controlar su propagación.

Para gran parte del mundo, el legado de la pandemia será imposible de desenredar de las marcadas desigualdades materiales que la empeoraron, y que la exacerbaron. Entre las más peligrosas: una creciente crisis de hambre, que se agravará aún más en 2021.

El Programa Mundial de Alimentos, la rama de las Naciones Unidas responsable de la entrega de asistencia alimentaria que salva vidas, espera necesitar servir a 138 millones de personas este año – más que nunca en sus 60 años de historia.

El aumento del hambre se debe “a lo que yo llamo ‘las tres Cs’ – conflicto, cobijo y clima”, dijo Steve Taravella, un portavoz del PMA. “No tomamos la palabra ‘hambruna’ a la ligera, pero con la hambruna que se avecina en varios países a la vez, nos enfrentamos a una verdadera crisis”.