Ante la probabilidad de que su partido pierda su mayoría en el Senado y harto de que un grupo de senadores republicanos presionen para invalidar el voto del Colegio Electoral, el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, pronunció una impresionante y ardiente reprimenda al Presidente y a muchos dentro del GOP.

“Los votantes, los tribunales y los estados han hablado”, dijo McConnell desde el piso del Senado el miércoles por la tarde. “Si los anulamos a todos, dañaría nuestra república para siempre. Si esta elección fuera anulada por meras alegaciones del lado perdedor, nuestra democracia entraría en una espiral de muerte. Nunca veríamos a toda la nación aceptar una elección de nuevo.”

McConnell continuó. “No podemos seguir alejándonos en dos tribus separadas… con hechos separados, y realidades separadas… con nada en común, excepto la hostilidad hacia el otro y la desconfianza hacia las pocas instituciones nacionales que aún compartimos”.

Y, finalmente, esto: “Sería injusto y erróneo privar a los votantes americanos del derecho a voto y anular los tribunales y los estados sobre esta delgada base. Y no pretenderé que tal voto sea un gesto de protesta inofensivo mientras se confía en que otros hagan lo correcto”.

Aunque se esperaba que McConnell, un institucionalista de pies a cabeza, se opusiera a los esfuerzos impulsados por el Presidente y sus facilitadores en la Cámara y el Senado, pocos si es que alguien pensaba que lo haría en términos tan llamativos y estridentes. Después de todo, McConnell pasó gran parte de los últimos cuatro años apretando los dientes y guardando silencio en medio de las repetidas violaciones de las normas políticas (y principios conservadores) de Trump a cambio de una revisión conservadora del poder judicial federal.