En sus últimos días en el cargo, el presidente Donald Trump ha encontrado las partes del trabajo que amaba reemplazadas por frías advertencias legales, direcciones forzadas de video y un círculo cada vez más reducido de ayudantes oprimidos, todos ellos se preguntan ansiosamente cómo será la vida después del mediodía del 20 de enero.

Se han ido los clics de las cámaras y en lugar de una imponente semana completa de victoria, el Presidente está jugando el papel de víctima y no de un amable líder que deja el cargo.

Trump ha sido consumido por el desenredo de su presidencia durante sus últimos días en el cargo, según la gente a su alrededor, que incluyó una discusión casual entre los asesores recientemente sobre una posible renuncia.

Trump cerró la idea casi inmediatamente. Y ha dejado claro a los asesores en conversaciones separadas que la mera mención del presidente Richard Nixon, el último presidente en renunciar, fue prohibida.

Le dijo a un asesor durante una conversación cargada de palabrotas que nunca más volviera a mencionar al ex presidente. Durante la mención pasajera de renunciar esta semana, Trump dijo a la gente que no podía contar con que el vicepresidente Mike Pence lo perdonara como Gerald Ford lo hizo con Nixon.