La comunidad científica ha aplaudido la decisión del Presidente Biden de reincorporarse a la Organización Mundial de la Salud y a otros esfuerzos mundiales destinados a detener y prevenir el COVID-19.
“Obviamente, estoy encantado”, añadió Barry Bloom, inmunólogo de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard.”Si queremos mantener el liderazgo en salud global en el mundo, no podemos dejar de jugar con el resto del mundo”.
La medida tiene implicaciones tanto simbólicas como prácticas, dijo Jen Kates, vicepresidenta senior y directora de Política de Salud Global y VIH de la Fundación Familiar Henry J. Kaiser.
Prácticas, porque la financiación estadounidense ayudará a la agencia a equilibrar su presupuesto, a cumplir sus compromisos de impulsar la salud pública y a proteger a los estadounidenses de las nuevas cepas de COVID-19 y de futuras amenazas de enfermedades. Y simbólico, porque Estados Unidos fue el mayor financiador de la agencia y ha sido durante mucho tiempo un actor clave en el escenario de la salud mundial.