El hambre emocional se centra en no saber cómo controlar las emociones y no escuchar al cuerpo. Algunas veces no se sabe diferenciar una sensación fisiológica de una sensación emocional como la tristeza o la ansiedad.
Al no saber controlar las emociones, se genera más estrés y ansiedad, llevando a las personas a comer grandes cantidades de alimentos para llenar ese vacío.
HAMBRE EMOCIONAL VS HAMBRE FÍSICA
Las características más importantes del hambre real son:
- Aparece en bajos niveles y va aumentando progresivamente.
- Las ansias de comer inician en el estómago.
- Es posible escoger alimentos ricos en nutrientes y que generen saciedad.
Las características del hambre emocional son:
Se presenta inesperadamente, con un deseo de satisfacerse inmediatamente.
El hambre emocional no proviene del estómago ya que no implica la parte fisiológica. El hambre se inicia en la mente, haciendo que la persona imagine un alimento específico, lo que produce un impulso que hace perder el control.
La persona come descontroladamente, no diferencia entre comida sana y comida chatarra, no calcula el tamaño de las porciones y come por impulso.
Se ingieren alimentos procesados y muy ricos en calorías, es decir, que contienen gran cantidad de grasas y azúcares, con muy poco valor nutricional llevando a perjudicar la salud. El hambre se calma por poco tiempo y luego vuelve a presentarse e incrementarse.
¿Cómo evitar el hambre emocional?
Primero que todo es poder identificarla, lo cual no es fácil.
Cuando se presenten las ganas de comer hay que estar alerta y conservar la calma; así, se puede identificar si se trata de hambre real o de hambre emocional, teniendo en cuenta las características de cada una.
Se puede llevar un registro de estas situaciones para llegar a conocer las causas del hambre emocional. La mayoría de las personas que sufren de hambre emocional han experimentado ansiedad, vacío o tristeza antes de empezar a comer.
Se recomienda acudir a un terapeuta, hacer ejercicios de respiración consciente y meditar. Es muy importante encontrar la manera de no relacionar los alimentos con las emociones para lograr el equilibrio.