Cuando multitudes de partidarios del expresidente Donald Trump irrumpieron en el Capitolio de Estados Unidos hace semanas, surgieron cientos de fotos y vídeo clips de multitudes que coreaban amenazas violentas, selfies dentro del edificio, fotos de oficinas saqueadas y ventanas rotas.
Los estadounidenses observaron con horror. Luego, colegas, amigos y familiares empezaron a señalar los rostros de personas que conocían, con las que habían compartido vacaciones y, en medio de una crisis de seguridad nacional, empezaron a informar a los funcionarios federales.
Tras la petición pública de ayuda, el FBI ha recibido ya más de 200,000 pistas digitales del mismo público, según declaró a finales de enero Steven D’Antuono, director adjunto a cargo de la Oficina de Campo del FBI en Washington DC.