Para el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, vacunar a todos los mexicanos es una cuestión de política nacional de salud responsable, así como de justicia social.
“Las vacunas van a empezar a llegar poco a poco”, dijo el 15 de febrero.
“Hoy lanzamos nuestro plan de vacunación y no se detendrá. Seguiremos adelante con el objetivo de vacunar a todo el pueblo, según las prioridades preestablecidas”, añadió el Presidente.
Pero ya hay señales claras de que no todos los mexicanos están listos o dispuestos a recibir una inyección en el brazo.
En Aldama, un pequeño pueblo de unos 7,000 habitantes situado en el estado mexicano de Chiapas, algunas personas dicen que no se vacunarán, independientemente de cualquier plan de vacunación o de la procedencia de la vacuna.
“¿Por qué iba a vacunarme? No estoy enfermo. No sería bueno que trataran de obligarnos a vacunarnos. No lo sé”, dijo un residente.
Las comunidades indígenas como Aldama tienen una historia de desconfianza hacia el gobierno federal. En el mejor de los casos, dicen los líderes comunitarios, han sido ignorados. En el peor de los casos, han sido objeto de acaparamiento de tierras, discriminación, abusos y ataques.
Esta vez, parece que la falta de información y las teorías conspirativas que se han extendido en la región como un reguero de pólvora son las culpables de las dudas sobre las vacunas.