Un número “asombroso” de estudiantes necesitados no se presentan a la universidad

Un número “asombroso” de estudiantes necesitados no se presentan a la universidad

Hace unas semanas, antes de un clima que desató vientos cortantes y nieve en toda Nueva Inglaterra, Alyssa Washington, una estudiante de último año de secundaria que quiere ser enfermera, tomó su gran decisión universitaria: no asistir el próximo otoño.

No había una sola razón. Más bien, los crecientes obstáculos llevaron a Washington, estudiante de último año de la Metropolitan Business Academy, una escuela pública de New Haven, a hacer una pausa. No había terminado la Common App, un formulario de solicitud compartido utilizado por más de 900 colegios y universidades; había tenido problemas para escribir su ensayo de solicitud; había perdido su contraseña para Naviance, que recoge los expedientes académicos, las cartas de recomendación y otros formularios necesarios para solicitar la admisión; y -como muchos estudiantes de distritos de bajos ingresos este año- no había rellenado la FAFSA, el formulario de solicitud de ayuda financiera federal.

No ayudó el hecho de que una tía favorita se contagiara de COVID-19, o que la clase estuviera alejada, lo que amplifica el aislamiento y la monotonía que han definido este año escolar. Washington, que sería la primera de su familia en ir a la universidad, siempre había planeado asistir. Pero, de repente, la solicitud de admisión le resultaba abrumadora.

La solicitud de ingreso a la universidad siempre ha sido más difícil para los estudiantes de primera generación y de bajos ingresos que para sus compañeros con mayor acceso al apoyo en cada paso del proceso. Este año, los datos muestran que esa brecha se ha ampliado.

El año que viene, trabajará (“en una tienda de ropa, o en Target o Walmart”) para ganar dinero para la universidad. “No creo que mi mente deje de querer ser enfermera”, dice. Pero tampoco podía imaginarse la carga emocional que supone el COVID-19 y la escuela a distancia.

“Si hace cinco años alguien me dijera que en tu último año de carrera ibas a decidir tomarte un año sabático”, dijo, “no me lo creería”.

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