Los líderes mundiales saben que el Covid-19 no será vencido hasta que todas las naciones, ricas o pobres, estén vacunadas. Pero también entienden que repartir dosis a los extranjeros antes de atender a su propia población es un auto sabotaje político.

La brecha en la disponibilidad de vacunas entre las naciones ricas y las que están en vías de desarrollo es cada día más “grotesca”, advirtió el lunes el Director General de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus. La nación más poderosa del mundo, EE.UU., ha sido lenta en acorralar un esfuerzo global para conseguir vacunas para todos. Sumergidos en la amargura del Brexit, el Reino Unido y la Unión Europea están enzarzados en un feo enfrentamiento sobre las exportaciones de vacunas. Mientras tanto, naciones enteras están siendo superadas por nuevas oleadas virales: En Brasil, donde el presidente Jair Bolsonaro ha politizado la pandemia, los hospitales advierten que se están quedando sin los medicamentos necesarios para mantener a los pacientes intubados.

La carrera por las vacunas ha enfatizado una tendencia agitada por una ola de populismo en Occidente: el resurgimiento del Estado-nación. La ventaja es para los países con grandes bolsillos y capacidades farmacéuticas que pueden producir las vacunas completas. Y ello a pesar de que los componentes químicos de la dosis dependen de una cadena de suministro mundial.

La OMS dice que los países deben dar prioridad a los trabajadores sanitarios y a las poblaciones de alto riesgo en todo el mundo, antes de vacunar a sus propios ciudadanos sanos que tienen un bajo riesgo de morir por el virus. Nadie lo está haciendo, aunque Washington ha empezado a tomar algunas medidas limitadas para mejorar el acceso: Está “prestando” 2.5 millones de dosis de AstraZeneca a México y 1.5 millones a Canadá, y liderando un esfuerzo que también incluye a India, Japón y Australia para hacer llegar mil millones de vacunas a los países de Asia. Habrá más opciones cuando el suministro de dosis en Estados Unidos supere al número de estadounidenses dispuestos a tomarlas.