Si uno pasa por alto las máscaras blancas que salpican a la apretada multitud de amantes de la música, el sábado por la noche en la sala de conciertos del Palau Sant Jordi de Barcelona se respiraba un ambiente casi pre-pandémico.
Cinco mil aficionados al rock disfrutaron de un concierto real tras pasar un control del coronavirus el mismo día, para comprobar su eficacia en la prevención de brotes del virus en grandes eventos culturales.
La única norma dentro del espectáculo fue el uso estricto de las mascarillas de alta calidad proporcionadas por los organizadores del concierto.
“Pudimos evadirnos de la realidad por un tiempo”, dijo José Parejo, de 40 años. “Estábamos dentro de nuestra pequeña burbuja de conciertos. E incluso pudimos recordar tiempos pasados en los que cosas como ésta eran normales. Cosas que hoy en día no son tan normales, por desgracia”.
El espectáculo del grupo de rock español Love of Lesbian contó con el permiso especial de las autoridades sanitarias españolas. Mientras que en el resto del país se limitó a reuniones de no más de cuatro personas en espacios cerrados, los asistentes al concierto pudieron mezclarse libremente.