Para millones de personas inmunodeprimidas, las vacunas contra el coronavirus no son una opción. Las enfermedades o las terapias han eliminado sus células inmunitarias, y sus cuerpos no pueden aprender a desplegar los combatientes inmunitarios contra el virus. Si se infectan, pueden sufrir una enfermedad prolongada, con tasas de mortalidad de hasta el 55%.
Su plan de acción más seguro durante la pandemia ha sido aislarse del mundo hasta que el virus se retire. Sin embargo, los científicos están probando otro enfoque: los tratamientos con anticuerpos monoclonales.
Los pacientes podrían recibir infusiones regulares de anticuerpos monoclonales, que son copias producidas en masa de anticuerpos obtenidos de personas que se han recuperado de Covid-19, como forma de prevenir la infección. El plasma convaleciente o la gammaglobulina -anticuerpos destilados de la sangre de donantes sanos- también pueden ayudar, pero los médicos especializados en el tratamiento de personas inmunodeprimidas esperan que al menos algunos de sus pacientes se infecten incluso con el tratamiento, o encuentren otras dificultades.