Aunque los casos disminuyan entre los estadounidenses vacunados, el coronavirus aún puede propagarse entre las personas no vacunadas, que serán desproporcionadamente niños.

Como muchos padres, Jason Newland, pediatra de la Universidad de Washington en San Luis y padre de tres adolescentes de 19, 17 y 15 años, vive ahora en un hogar con vacunación mixta. Su hijo de 19 años se vacunó con la vacuna de Johnson & Johnson hace dos semanas y el de 17 con la de Pfizer, que está disponible para adolescentes de hasta 16 años.

Sin embargo, la joven de 15 años sigue esperando su vacuna, ahora con un poco de impaciencia. Pero como algunas compañías farmacéuticas establecen ciertos límites de edad para sus ensayos clínicos, sólo ella en su familia no puede recibir la vacuna COVID-19. Es la única que sigue siendo vulnerable. Es la única que tiene que estar en cuarentena de todos sus amigos si se expone.

En Estados Unidos, los adultos se precipitan hacia un verano post-vacunación mientras los niños se quedan en el limbo de las vacunas. Es probable que la vacuna de Pfizer se autorice para las edades comprendidas entre los 12 y los 15 años dentro de varias semanas, pero es posible que los niños más pequeños tengan que esperar hasta el otoño o incluso hasta principios de 2022 mientras los ensayos clínicos siguen su curso. Esta estrategia de “desescalada de la edad” es típica de los ensayos clínicos, pero significa que este período confuso de adultos vacunados y niños no vacunados no terminará pronto. Y la pandemia empezará a tener un aspecto bastante diferente.

En última instancia, el riesgo para los niños no vacunados a finales de este año depende de las medidas que tomemos ahora. Cuanto más rápido vacunemos y mejor suprimamos los casos a través de otras medidas, más segura será la situación para quien siga sin vacunarse en otoño. Entonces, por fin, los padres podrán dejar de decir a los niños que hagan cosas que ellos mismos no hacen.