Alimentarlas con algas marinas reduce la cantidad de metano que eructan a la atmósfera.
Una de las armas más poderosas en la lucha contra el cambio climático está llegando a las costas de todo el mundo, sin que la mayoría de los bañistas se den cuenta.
Son las algas.
En concreto, Asparagopsis taxiformis y Asparagopsis armata, dos especies de una hierba submarina de color carmesí que flota en las olas y mareas de todos los océanos del mundo.
No parece gran cosa, pero prácticamente podría neutralizar una de las fuentes más persistentes de un potente gas de efecto invernadero: las emisiones de metano procedentes de los procesos digestivos de algunos animales, entre ellos los 1,500 millones de vacas del planeta, que emiten metano en sus eructos.
Reducir el metano del ganado, y de las vacas en particular, ha sido durante mucho tiempo un objetivo de los científicos y de los responsables políticos, pero es especialmente complicado: ¿cómo cambiar un hecho fundamental de la biología animal de una manera ética que no afecte a la leche o a la carne?
En las pruebas de laboratorio y en los ensayos de campo, añadir una pequeña proporción de estas algas a la alimentación diaria de las vacas -aproximadamente un 0.2 por ciento de la ingesta total de alimento en un estudio reciente- puede reducir la cantidad de metano en un 98%. Se trata de un descenso asombroso cuando la mayoría de las soluciones existentes reducen el metano en un 20 o 30 por ciento.