Los datos recuerdan lo mucho que han bajado los impuestos a los ricos en los últimos 70 años. En las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, muchas empresas pagaban aproximadamente la mitad de sus beneficios en impuestos federales. Hoy en día, los impuestos de las empresas son sólo una cuarta parte, como parte del PIB, de lo que eran en los años 50 y 60.

El descenso tampoco es una historia antigua. Durante la mayor parte del último cuarto de siglo, los impuestos sobre los ricos han seguido bajando, incluidos los tipos sobre los beneficios de las empresas, los ingresos personales, los dividendos de las acciones, las participaciones en bolsa y las herencias. Barack Obama revirtió algunos de los descensos, pero sólo algunos. “El efecto neto de los últimos 25 años de la política federal del impuesto sobre la renta ha sido la reducción de los ingresos totales recaudados de las rentas más altas”, dijo Owen Zidar, economista de la Universidad de Princeton.

Tanto si le gusta como si no le gusta el plan de Biden, este no es radical. Por ello, es muy poco probable que tenga los efectos perjudiciales para el crecimiento económico que afirman sus críticos. Recuerde que en la década de 1990, la última vez que los tipos impositivos fueron tan altos como los que ha propuesto Biden, la economía se disparó. También creció rápidamente después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los tipos impositivos eran aún más altos.

La historia sugiere que los tipos impositivos sobre los ricos no son el principal determinante del crecimiento económico y, en todo caso, unos impuestos más altos sobre los ricos pueden a veces elevar el crecimiento.