La suspensión de Facebook a Donald Trump continuará por ahora, según anunció la compañía. Pero todavía no ha resuelto el problema central que Trump ha creado para las plataformas de medios sociales y, por extensión, para la democracia estadounidense.

El problema es que Trump miente casi constantemente. A diferencia de muchos otros políticos -incluidos otros presidentes recientes, de ambos partidos-, sigue haciendo declaraciones falsas incluso después de que otras personas hayan documentado su falsedad. Este comportamiento socava el funcionamiento saludable de la democracia estadounidense, especialmente porque Trump tiene muchos seguidores.

Sus mentiras sobre las elecciones de 2020 son el ejemplo más claro. Han llevado a decenas de millones de personas a creer una historia inventada sobre cómo ganó Joe Biden. Se han convertido en una prueba de lealtad dentro del Partido Republicano.

En el Congreso, los republicanos se están moviendo para destituir a Liz Cheney como una de sus líderes después de que dijera que la gente que repetía la “gran mentira” de Trump estaba “dando la espalda al estado de derecho, y envenenando nuestro sistema democrático.” En varios estados, los legisladores republicanos están utilizando la historia inventada de Trump para justificar nuevas leyes que dificultan el voto, especialmente en zonas fuertemente demócratas. Hay una conexión directa entre las mentiras de Trump sobre las elecciones y el debilitamiento del derecho al voto.

Pero Facebook ha decidido que la salud de la democracia estadounidense no es su problema.